“No puede morir el lago, aunque esté seco, nosotros lo tenemos vivo, por eso usamos las polleras azules”, dice con orgullo Adela Choque, pobladora de Uru Murato, en Oruro. El azul del cielo, de su vestimenta y textiles, es parte de su identidad, un homenaje al lago Poopó, que les dio sustento y sentido de vida.
Desde 2014, cuando el lago se secó, la comunidad ha resistido con valentía. Sin pesca ni caza, los varones quedaron sin trabajo y las mujeres tomaron la iniciativa en la construcción de su resiliencia ante este terrible efecto climático. Buscaron medios de vida alternativos en la artesanía, elaborando bolsas y mochilas con tejidos tradicionales, que reflejan cultura y el lago que aún lo llevan en el corazón.
Las condiciones climáticas extremas desafían su permanencia en el territorio. La intervención integral del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en la Nación Originaria Uru, ha permitido identificar y fortalecer medios de vida sostenibles en la región.
El arraigo cultural con los peces y la importancia de estos como principal alimento motivó al diseño de piscigranjas; también se realizaron conexiones de agua; se construyeron carpas solares en las escuelas, permitiendo mejorar la nutrición de niñas y niños mediante la alimentación escolar y se brindó apoyo a artesanas y artesanos diversificando los medios de vida y aportando a la economía local.
Después de un gran shock y en este proceso de adaptación, la familia de Adela volvió a comer su alimento milenario: el pescado. Así también, sus nietos tienen acceso a verduras y frutas que hace unos meses eran de escasa o nula disposición en la zona debido a la sequía.