En un contexto internacional complicado y con importantes tensiones en materia de desarrollo, Bolivia enfrentó una coyuntura desafiante en 2023. A pesar de que el comportamiento económico no mostró una dinámica como la observada en el periodo prepandemia, representó cierta estabilidad en medio de un contexto global incierto. Por ejemplo, desde el punto de vista económico, se observó un crecimiento del 3,1% del producto interno bruto.
Esto se observa en un escenario marcado por los conflictos bélicos en Europa y el Oriente Medio, la volatilidad de los precios internacionales, así como la caída en el dinamismo de la economía mundial, los problemas de financiamiento derivados de los aumentos en la tasa de interés internacional, y los efectos del cambio climático, que afectaron de manera importante las condiciones ambientales y la actividad económica dependiente de este fenómeno.
Por otro lado, las condiciones de comercio internacional propiciaron una contracción del comercio internacional boliviano, particularmente de las exportaciones de materias primas, cuyo valor alcanzó un récord histórico en 2022. Como efecto concomitante, las reservas internacionales y las divisas se encuentran en una situación delicada. Por ejemplo, el nivel de reservas llegó en diciembre a USD 1.700 MM, su nivel más bajo en los últimos 15 años.
La dependencia de las exportaciones de materias primas, como el gas natural y los minerales, expone al país a las fluctuaciones de los precios internacionales. La presión sobre las divisas influye en la capacidad de importación y la futura estabilidad económica. Asimismo, la disminución prolongada de la producción de gas natural plantea preocupaciones sobre la seguridad energética. En este marco, Bolivia se enfrenta al desafío de diversificar su matriz energética y de explorar fuentes alternativas de generación de ingresos.
El país se encuentra en una encrucijada económica. A pesar de los desafíos, existen importantes oportunidades para estimular el crecimiento económico y fomentar la inversión en sectores productivos como el litio, los servicios ambientales y la agroindustria sostenible. La colaboración entre el sector público y el privado será esencial para construir un futuro sostenible en beneficio de todas las personas.
El contexto político también enfrenta desafíos; por ejemplo, la polarización persiste en el país. Las tensiones entre diferentes facciones políticas dificultan la gobernabilidad y la toma de decisiones efectivas. La crisis poselectoral de 2019 dejó cicatrices profundas, y la confianza en las instituciones gubernamentales sigue siendo baja. La necesidad de un diálogo constructivo y la búsqueda de consensos son imperativos, particularmente de cara al proceso electoral del 2025, que implicará desafíos significativos para la gobernabilidad y el clima de paz en Bolivia.
En síntesis, Bolivia enfrenta desafíos en múltiples frentes. La conservación ambiental, la estabilidad económica y la inclusión social se proyectan como prioridades. La protección de los recursos naturales, la estabilidad económica y la justicia social son cruciales para el bienestar de su población y la preservación de su patrimonio natural. Los riesgos políticos y la incertidumbre económica deben abordarse. La colaboración entre los sectores público y privado será importante para aprovechar las oportunidades y mitigar los riesgos.
