Tatiana Dalence y su esposo comenzaron su negocio en 2017 motivados por su deseo de vivir lejos de la ciudad y dedicarse a la producción agrícola. Con el tiempo, construyeron su primer negocio, el cual se convirtió en una contribución a la seguridad alimentaria y a la necesidad de fomentar la asociatividad de empresas, a partir de iniciativas de pequeña escala. Así nace la idea de crear una tienda de productos secos y Tatiana decide dar un giro en su vida, pasando de su trabajo como consultora a embarcarse en el mundo del emprendimiento.

La tienda fue creada mediante inversión propia, complementada con un préstamo destinado a la adquisición de los insumos necesarios tanto para la exhibición de los productos como para los elementos decorativos. Ella buscaba crear una tienda diferente, ya que había mucha competencia en el mercado, por lo que su tienda debía destacar no solo por la calidad de los productos, sino también por el servicio y la imagen. Así, instaló un pequeño café en el jardín delantero para crear un ambiente propicio para la conversación con los clientes. Habilitó su tienda como un espacio de compra, pero también como un lugar de encuentro y charla, factor clave para fidelizar a los clientes.

Cuando la pandemia llegó al país y se impusieron las medidas de prevención, con su esposo se preocuparon por las posibles afectaciones que éstas podrían tener en su negocio. Con cierto temor, ella pensó que sus productos no se venderían debido a las restricciones de la cuarentena, pero para su sorpresa, sucedió todo lo contrario y el negocio comenzó a crecer. La gente buscaba alternativas saludables y también opciones de entrega a domicilio, lo que se convirtió en un mecanismo de adaptación para los emprendedores, quienes se movilizaron para llegar a todos sus clientes en los horarios posibles. Fue importante la diversidad de productos ofertados.

“Soy parte de una asociación de productoras y productores ecológicos que venden verduras. Así que empecé a colaborar con ellos entregando sus verduras y automáticamente me preguntaban: ‘¿Y estos otros productos también los puedes conseguir?’”, comenta la emprendedora.

De esta manera, pudo aprovechar la situación para ampliar la rotación de productos en su tienda, generando un proceso circular con beneficios para todos sus colaboradores y proporcionando una canasta básica a toda su clientela. En relación a su experiencia en el Programa Conjunto "Mujeres cuentapropistas apoyando a la reactivación económica”, Tatiana destaca la importancia de la capacidad de proyección y capacitación.

© Tatiana Dalence
“El curso me ha permitido pensar en el cliente, que vea una cosa como bonita, que sea atractiva y que siga viéndola útil; y que, por otro lado, yo siga entusiasmada, en la atención siempre hay cosas por innovar, por eso hemos considerado crear un inventario y manejo de redes súper urgente, y el tema de la valoración, el precio”
Tatiana Dalence